CERCA DE TI (Roni Green) Fragmento IV

SINOPSIS:
Marcos vive su aparentemente tranquila vida siendo pastelero en su pueblo natal. Después de la muerte de su abuela heredó el negocio en el que había aprendido un oficio con el que disfrutaba poniendo su granito de azúcar para hacer feliz a la gente.
La esquiva felicidad que tantas veces se le había escapado entre los dedos, con una familia destruida por el alcohol y los maltratos, el fallecimiento de su madre y la huida de su hermano mayor junto al chico del que había estado enamorado desde su adolescencia. Ahora, tomando las riendas de su propia vida, fuera del yugo opresivo de su padre alcohólico y sintiéndose libre por fin, tiene que enfrentarse al hombre del que ha estado siempre enamorado cuando aparece después de tantos años en la puerta de su negocio, y cuestionarse si es amor o solo un capricho lo que siente por él.
¿Por qué ha vuelto Daniel Román al pueblo? Marcos no está seguro de sus intenciones, pero de lo que está seguro es de que no le está contando toda la verdad.
La llegada de Daniel Román al pueblo agita un avispero que pone en el punto de mira a Marcos. Su padre no está contento con el visitante y el hombre tiene mucho que esconder. Mucho más de lo que piensa Marcos.
Daniel y Marcos tendrán que poner en orden sus vidas si quieren volver a ser felices, aunque eso implique vivir esas vidas por separado.

PROTAGONISTAS:

Marcos Cubero
Daniel Román

SECUNDARIOS:

Javier Cubero
Francisco Cubero
Natalia
Virginia Gavela

FRAGMENTO:

Marcos comprendió las precauciones que tomó su hermano con respecto a su sexualidad y por qué lo mantuvo en secreto. Aun siendo muy pequeño él mismo se ha­bía dado cuenta que el hecho de que te gustaran los chicos siendo un chico no era algo que se debiera contar así, sin más. Él mismo había utilizado la palabra maricón para insultar a alguno de sus amigos cuando alguno de ellos no se atrevía a hacer algo, o era el último en una carrera o cualquier otra tontería que estuvieran haciendo. Ser un maricón era muy malo, y aunque aún no era consciente realmente del por qué, cuando creció y se dio cuenta de que a los que realmente miraba y le gustaban eran los chicos, supo que no era algo que pudiera contar a cualquiera. La prudencia y la discreción eran unos buenos aliados.
Aunque en ese pueblo y con la edad de Marcos poco podía hacer con sus gustos extravagantes en materia de amor. Durante mucho tiempo pensó, ingenuamente, que él era el único chico en todo el pueblo con esas inclinaciones. El día que descubrió a su hermano mayor besándose con otro chico, se le abrió el cielo, en muchos sentidos. Ya no estaba solo, no se sentía tan raro y por fin tendría a alguien con quien hablar, aunque ese alguien pasara olímpicamente de él durante mucho tiempo y solo de vez en cuando le gastara alguna que otra broma que no servía de mucho, la verdad, para disipar sus dudas sobre el asunto.
Pero entonces las cosas cambiaron. Cuando Marcos tenía catorce años se matriculó en la escuela el único hijo del nuevo director del banco. Daniel te­nía la misma edad que su hermano e iban al mismo curso. Los dos se hicieron amigos enseguida y lo mejor de todo fue que a él le incluían de vez en cuando en su grupo de amistades. Daniel le trataba exactamente como le trataba su hermano Javier, o sea, como un hermano pequeño tocapelotas. Solo que Daniel era algo más tolerante con él que Javier. Quizás por eso Marcos empezó a fijarse más en el nuevo mejor amigo de Javier. Daniel era moreno, muy guapo y alto. No era desgarbado como alguno de los otros chicos, le gustaba juagar al futbol y hacer deporte, por eso era muy activo y había hecho amistad enseguida con todos.
Marcos empezó a beber los vientos por él y ni siquiera se dio cuenta de cuando pasó.
El día que Daniel se enteró que Marcos era gay resultó también uno de los más vergonzosos para él. Los tres habían ido a la casa de Daniel para ayudar a su madre a arrancar las malas hierbas del patio trasero. Había sido un día caluroso y los tres estaban sudados y llenos de polvo y suciedad. La madre de Daniel les invitó a pasar dentro y les obligó a tomar una ducha. Los tres se turnaron para limpiarse en el baño de invitados, la madre de Daniel no quería que pusieran el baño principal hecho un cristo. Mientras Javier se terminaba de duchar Marcos se estaba vistiendo con algo de ropa prestada, aunque era algo más grande de su talla no le quedaba muy mal. Estaba sentado encima de la cama con los calzoncillos puestos e intentando ponerse los pantalones cuando Daniel entró a la habitación con una toalla atada a la cintura y el pelo y el torso húmedos.
Marcos se quedó literalmente con la boca abierta.
No era que nunca hubiera visto a Daniel semidesnudo, los veranos en la piscina eran especialmente memorables para Marcos. Pero estar a solas con él, semidesnudos en un dormitorio, disparó por completo la imaginación de Marcos y le puso en un aprieto difícil de disimular. Allí sentado, viendo como Daniel se secaba el cuerpo con una toalla justo delante de él, estaba en la gloria. Si hubiera sido por él ese momento no tendría por qué haber acabado nunca. Estaba tan distraído con la mente perdida en sus fantasías que no se había dado cuenta de que Daniel le estaba mirando y tenía una sonrisa burlona en los labios.
—¿Qué te pasa hermano pequeño? —dijo Daniel, que se colocó junto a él mirándolo de arriba abajo.
—Nada. ¿Por qué? —contestó Marcos con recelo. ¿Se le habría notado en la cara lo que estaba pensando?
—Tienes la cara roja —Daniel sonrió señalando con un gesto la cara enrojecida de Marcos.
—¿Y qué? No me pasa nada —contestó Marcos algo arisco.
—¿Y esto, tampoco es nada? —Daniel se inclinó lo suficiente como para llegar a rozar con su dedo el sexo erguido de Marcos, que se delineaba debajo de su calzoncillo. El chico reaccionó dando un manotazo a los dedos intrusos de Daniel. El bochorno cubrió todo su cuerpo de un tono rojizo brillante. Aunque Marcos acostumbraba a pasar el rato con su hermano y los amigos de éste, él era muy consciente que casi todos le toleraban porque era el hermano pequeño de Javier, y Daniel le trataba como tal. Entre ellos no había charlas de amigos, tontas o serias. No había confidencias y casi nunca estaban solos ya que aparentemente lo único que tenían en común era a Javier. Que el mejor amigo de su hermano, que era el objeto de sus deseos desde hacía algún tiempo, se burlara de él, podía ser algo horrible. Y quedar en ridículo de esa manera estaba haciendo añicos el ego de Marcos.
Cuando Marcos golpeó la mano curiosa Daniel la retiró inmediatamente y miró a los ojos a Marcos. Estaba sonriendo, con algo de condescendencia en la mirada, y Marcos no sabía si tomárselo a bien o a mal.
—Tranquilo, hermanito. No pasa nada, solo es una reacción.
—Estoy tranquilo, y ya sé que no pasa nada —Marcos estaba empezando a molestarse en serio con Daniel. Que le llamara hermanito cómo burlándose de él no estaba ayudando mucho.
—Ya. Como quieras. Pero si te pones un poco más rojo vas a explotar —Daniel le guiñó un ojo a Marcos sin despegar la sonrisa de su boca.
—¿Qué pasa aquí tíos? —Javier entró al cuarto de la misma forma que Daniel, empapado y con una toalla atada a la cintura—. ¿Todavía estáis así?
Al entrar su hermano, Marcos había intentado cubrir su erección con las manos, que ni con las pullas de Daniel había disminuido.
—Sí. Es que tu hermano está teniendo problemas con sus calzoncillos.
Entonces los dos chicos se quedaron mirando el regazo de Marcos, y como respuesta se puso aún más rojo, y su enfado aumentó unos grados. Ya era malo lidiar con esos dos de uno en uno, hacerlo con los dos juntos era imposible.
—¿Qué dices? ¿A ver? —bromeó Javier.
Javier hizo el amago de intentar apartarle las manos del regazo mientras él y Daniel se reían por las maniobras de evasión que intentaba Marcos.
—¡Dejarme ya, pesados! Ni que a vosotros no se os hubiera empalmado nuca.
—También se nos ha empalmado. Pero es muy divertido meterse contigo —dijo Javier.
—Te sonrojas muy fácilmente —Daniel se sentó en la otra cama individual enfrente de la que estaba sentado Marcos, que estaba intentando esquivar los pellizcos de su hermano mayor.
—Ja, ja. Me parto de risa —su hermano y Daniel le estaban haciendo pasar un mal rato, pero Marcos pensó que ya se lo cobraría en otra ocasión. Cuando menos se lo esperaran.
—De cualquier manera ¿Qué le has hecho a éste para que se ponga así?
—No lo sé. Creo que nada.
Daniel le guiñó un ojo a Javier y se encogió de hombros, sus labios temblaban como si estuviera intentado mantener la risa.
—Pues más te vale, perro cachondo. Él es demasiado pequeño para ti.
Javier se sentó al lado de Daniel en la cama y le pasó el brazo por encima del hombro para hacer una presa y achucharle sujetándolo por el cuello. Los dos empezaron a reírse entre protestas, haciéndose bromas y Marcos quedó en segundo plano. Cómo si nunca hubiera existido para ellos. Marcos terminó de vestirse rápidamente y ese día se dio cuenta que, de verdad, él estaba en otra liga. Nada podía hacer con respecto a su enamoramiento, prácticamente no existía para Daniel, y sobre todo, él y Javier parecían tener algo especial, más allá de la amistad, que era demasiado difícil de entender para Marcos.

Comentarios

  1. HolaaRoni!! miles de gracias por estos fragmentos que ns compartes!!!! besos! me encantooo!!!

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  2. Hola Roni! Me encantó, tan tierno Marcos ya siento que lo amo. Gracias por seguir compartiendo. Un beso enorme.

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  3. Hola Roni, para cuando a la venta, estoy deseando leerlo entero.
    Besos

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    Respuestas
    1. Hola Fran, pues estoy barajando fechas porque agosto no es un buen mes para estrenar, pero seguramente será a finales de este mes. Gracias por preguntar, ya avisaré por aquí cuando esté listo ;)

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